19 ¡CU, casa de la UNAM, Alma Máter de México!
Escrito por cavilaciones el 15 febrero, 2011Acuérdense, el año pasado celebramos el centenario (1910-2010) de la Universidad Nacional Autónoma de México, la UNAM, querida Universidad para todos los mexicanos y especialmente para todos los egresados de ella ¡¿cómo no te vamos a querer?! Ésta que recientemente fue re-conocida como la mejor universidad de América Latina y en lugar 180 entre las mejores 500 del mundo. Es un lujo para México contar con una Alma Máter que trasciende nuestras fronteras desde hace muchos años. Universidad que ya era universidad cuando los mojigatos europeos del norte huyendo de la intolerancia religiosa de sus países de origen se instalaban en el norte del continente americano.
La UNAM, Alma Máter, Madre que nutre nuestro espíritu, única por muchos años en nues-tro país, centro del conocimiento científico y humanístico. Ya no es la única, hay muchas Alma Máter, estatales y privadas, muchas de gran calidad y otras seguramente escalando niveles para igualar, incluso superar, a su maestra la UNAM. Por años surgieron profesionistas que contribu-yeron al desarrollo de nuestro país, que lo han construido desde los cimientos, intelectuales ar-tistas comunicadores científicos humanistas y toda la gama de profesionistas en todas las activi-dades imaginables, que transformaron el México del siglo XX en todos los ámbitos, que lo siguen cambiando sin contemplaciones y lo seguirán haciendo contra viento y marea, a pesar de los gobiernos que nos desgobiernan. La sede de nuestra UNAM, Ciudad Universitaria, identificada como CU (me atrevo a decir por todo el mundo, mi apego personal me lleva a la exageración, perdón) es el Campus Universitario por excelencia y está incluido en la lista de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad desde el 2 de julio de 2007. Ni más ni menos, Señores, quítense el sombrero.
Esta Alma Máter nació en la época de Porfirio Díaz, su infancia fueron diez años de revolu-ción. Su pubertad fueron diez años de jaloneos, de quítate porque eso es mío, de traición tras traición; su afirmación como profesionista de alta calidad de la enseñanza la vivió en un período de turbulencia religiosa y pleitos petroleros, la afirmación de los principios de la revolución y probablemente, por fin, el arranque trastabillante de México como una posibilidad de país justo y moderno. Resistió los embates de luchas fratricidas que parecía que nunca nos iban a dejar, y que en pequeña escala nunca nos han dejado pero bajo la sombra ocultadora del gobierno poco sabemos de ellas (EZLN-EPR-23deOCT-¿otros?), y fiel a su principio vasconcelista “Por mi Raza hablará el Espíritu” se proyectó como la institución que su prosapia de 400 años obligaba.
CU se asienta en el Pedregal de San Ángel. Lugar inhóspito lleno de vegetación rara, víboras y serpientes, puede que hasta teporingos, conejos muy mexicanos también llamados zacahui-che, especie protegida. Fue un lugar de visita dominguera los fines de semana sobre todo en la época de la construcción de CU al igual que ese famoso lujosísimo fraccionamiento destinado a los pudientes, donde se empezaban a construir lujosas residencias, una de ellas del periódico “Novedades” destinada a rifarse entre los suscriptores. Las familias con canastas pletóricas de viandas, había quien sacaba mantel, loza de porcelana, ollas de guisados, tendían un mantel en ese pedregal donde buenamente se podía, otros en simples bolsas de mecate llevaban manjares y taqueaban o torteaban con lo que buenamente podían cargar, familias conviviendo democrá-ticamente y compartiendo el espacio recreativo de moda. Llegar no era fácil, el tranvía y los ca-miones de pasajeros apenas llegaban al mercado de San Ángel y los autobuses que pasaban por Av. Insurgentes rumbo a Tlalpan, esto no me queda claro por dónde.
El Pedregal de San Ángel es la máxima y última expresión artística del volcán Xitle. La vomi-tada de lava barrió desde las faldas del Ajusco, hasta la Av. Taxqueña (hoy Miguel Ángel de Que-vedo) y calzada de Tlalpan. Este monstruo agazapado está enclavado en la Serranía del Ajusco, para los que lo saben y los que no lo saben está al sur-suroeste de la Ciudad de México, atravie-sa Tlalpan, Milpa Alta, Tláhuac y llega hasta Huitzilac, Tepoztlán y Tlalnepantla, arañando los te-rruños de Zapata en el estado de Morelos. Otros conos volcánicos entre los 3100 y casi 4000 metros de altura sobre el nivel del mar compiten por la hegemonía en esta sierra. Además del mismo Ajusco, volcán mustio y apagado desde miles de años atrás, reinan ahí Tláloc, Cuauhtzin, Chichinautzin y Cerro Pelado, y hay mas; si estos se ponen de acuerdo con Don Goyo para armar un reventón nos meterían un sabroso susto. Los habitantes de Cuicuilco (800 AC a 150 DC), ciu-dad estado meso-americana aparentemente muy refinada, probablemente el primer asenta-miento humano en el valle de México, salieron despavoridos por ahí del 200 DC regándose has-ta Teotihuacán para no enfrentarse a la furia escupidora de la infernal boca del Xitle. En 1983 los esfuerzos de toda la tribu de la UNAM rescatan lo que queda, apenas el 5% de la superficie ori-ginal y lo convierten en “Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel” que alberga parte de la rica biodiversidad que sobrevive de la antigua cuenca del lago de Texcoco. REPSA es actualmen-te un extraordinario parque de investigación, docencia y difusión ecológica, entre otras cosas. Su diversidad biológica cuenta con 37 especies de mamíferos (16 de murciélagos, 16 de roedo-res, ardillas, zorrillos, tlacuaches, conejos, la zorra gris, etc.) y ya extinguidos en la zona el lince y la comadreja entre otros. El puma solo aparece como emblema deportivo de la UNAM. 106 es-pecies de aves (más o menos la mitad de las que sobrevuelan en la cuenca del valle de México), etc. etc. Visítenlo, se asombrarán. Con decirles que hasta Alexander von Humboldt en su periplo por nuestra América al pasar por la Ciudad de los Palacios lo recorrió.
Alexander von Humboldt (1769-1859) hombre extraordinario, multifacético científico inves-tigador en muchos campos, geógrafo botánico físico y en muchos otros, solo pónganle …logía (‘tratado’, ‘estudio’, ‘ciencia’) y no errarán. Inicia un viaje de investigación por el Nuevo Mundo en Coruña, España. Dedica cinco años de su vida, de 1799 a 1804, para ilustrarse sobre estas tie-rras exóticas que tanto daban para hablar en Europa y, agarren su Atlas, vía Canarias Cartagena Habana Bogotá Quito Lima Guayaquil por fin llega a México cuatro años después. Entra por Acapulco el 22 de marzo de 1803, cruza el país y llega casi un año después a Veracruz. Rumbo a Bordeaux, puerto francés, hace escala en la Habana, Philadelphia y Washington. Se llevó varios costales llenos de apuntes de todo lo que conoció, investigó y analizó y que poco a poco, en quince años residiendo en París, convirtió en trece volúmenes en francés publicados con el nombre “Nuevo Continente”. Fuente importante de consulta para muchos de sus colegas con-temporáneos. En la Ciudad de México estuvo muy activo y asistió en algunos exámenes en el Colegio de Minería, Visitó los centros mineros de Pachuca y Guanajuato y manifestó su disgusto por la forma en que se trataba a los mineros y los trabajadores del campo, sobre todo a los indígenas, lo calificó de trato injusto e inhumano con niveles de esclavitud. El 20 de enero de 1804 parte para Veracruz no sin antes darle una medidita de altura al Popo y al Izta. Solo para termi-nar de maravillarse de las ciudades novohispanas pasa por Cholula y Puebla. También mide de lejitos el pico de Orizaba, el Citlaltépetl (“Cerro de la Estrella”), que servía de referencia a los buques que navegan por el Golfo de México. Aprovecha su estancia en Jalapa para treparse al Cofre de Perote. En el puerto nos dice adiós el 7 de marzo. Este cuate de verdad hacia que el tiempo le rindiera haciendo justicia a sus raíces alemanas.
Vasto terreno de origen volcánico atracción para viajeros, exploradores y paseante también cautivó al connotado arquitecto Luis Barragán, de mero Jalisco. Acompañado por el Dr. Atl y por Armando Salas Portugal, afamado fotógrafo, le gustaba recorrerlo, según consta en fotos de don Armando en 1939. Seguramente desde entonces vislumbró la posibilidad de hacer un desarrollo residencial de mucho valor estético y pingües ganancias. En toda su carrera demostró ser un ex-traordinario esteta y un excelente rey Midas. En 1945 desarrolla el plan urbanístico de Jardines del Pedregal planeando calles, estanques, senderos, fuentes, siempre con la intención de prote-ger las formaciones rocosas naturales. También Diego Rivera metió su cucharota publicando un documento “Requisitos para la organización del Pedregal” que defendía la premisa “los jardines y las casas deberían ser un santuario contra el mundo moderno, con espacios para la meditación y el cultivo de los valores espirituales”. En 1950 arranca la urbanización y promueven la venta de predios. Aparentemente terrenos ejidales como los de enfrente que el presidente Ávila Camacho expro-pió para la UNAM, ¿Quién dio la maroma para hacerse de ellos y convertirlos en negociazo? (Si alguien sabe algo sáquenme de mi ignorancia, gracias). Lotes entre 2mil y 16mil metros cuadra-dos al ridículo precio de $1 peso por metro. Dos años después desembolsabas $12 y $15 por m2 y en 1956 entre $100 y $200. Actualmente una millonada. Vean las ventajas que ofrecían “Ponga usted al alcance de sus hijos la fabulosa Ciudad Universitaria. Finque su residencia en la zona donde se construye el México del futuro… y nunca habrá hundimientos. Compre su lote ahora mismo con un pequeño enganche y pague el resto muy fácilmente en cinco años. Pronto valdrá mucho más”.
Pero la UNAM haciendo gala de la sabiduría y paciencia que siempre la ha caracterizado logró llevar a buen fin sus planes para contar con un centro educativo acorde con su prosapia. La inquietud existía y se encausó en 1928 cuando dos alumnos de la Escuela de Arquitectura (es-taba en la Academia de San Carlos entonces Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Univer-sidad y para 1929 se divide en Escuela de Artes Plásticas y Escuela Nacional de Arquitectura) Mauricio de María y Campos y Marcial Gutiérrez Camarena presentaron su tesis sobre una Ciu-dad Universitaria ubicada en Huipulco, Tlalpan. En 1940, los universitarios le echan el ojo a los terrenos del Pedregal de San Ángel todavía en las orillas de la todavía humana capital del país y los piden al presidente Manuel Ávila Camacho. En 1943 el gobierno federal expropió varias hectáreas de terrenos ejidales del Pedregal de San Ángel (¿Eran Jardines del Pedregal también ejidales?) y se los entrega a los universitarios. El rector Salvador Zubirán (marzo 1946-abril 1948) integra la Comisión de la Ciudad Universitaria con representantes de la UNAM y del gobierno. De inmediato convoca al primer concurso de diseño de su futura sede. Por fin empiezan las obras, octubre de 1949, pocos fondos, los réditos de unos bonos del Banco Nacional Hipoteca-rio, patrimonio con el que se había dotado a la UNAM con este propósito varios años atrás. El presidente Miguel Alemán muestra interés, la UNAM se aviva y reorganiza el Patronato Univer-sitario poniendo al frente de él a Carlos Novoa, director del Banco de México bien relacionado con el Presidente y muy bien posicionado en el mundo financiero, con esos pocos que tienen mucho. Con estos contactos y con la habilidad de Don Carlos para pasar el sombrero el gobierno alemanista aporta los fondos prometidos, miserables 8 millones, y los jerarcas de la lana tam-bién pasaron lista de presentes con 3 millones de la campaña planeada para 10 melones, igual de miserables. Corrían las prisas por empezar, antes que se rajara el gobierno y el bonche de forzados mecenas; el 10 de marzo de 1950 sin ceremonia ni aspavientos se empiezan las obras de infraestructura y drenajes. ¡Ah! Y el paso a desnivel de Insurgentes.
La inauguración de las obras, 5 de junio, la preside el secretario de Gobernación, Adolfo Ruíz Cortines, lo que era bueno para la imagen del seguro dedazo para ser candidato e inminente fu-turo presidente, y el rector Luis Garrido. El honor de presumir para el futuro la primera piedra le correspondió a la Torre de los Institutos de la Investigación Científica. La Facultad de ciencias se inicio el 19 de junio y se terminó el 24 de octubre según el programa, yo no me lo creo. El presi Miguel Alemán da por concluida la obra el 20 de noviembre de 52; el 1 de diciembre en-tregaría los bártulos al viejo de la corbata de moño (Adolfo Ruiz Cortines) que recibió el dedazo ya requeté sabido desde el 14 de octubre de 51. Alemán se llena de gloria por una obra inaca-bada a la que don Nabor Carrillo Flores, rector en turno, le echó los kilos para terminar con las tres PPP que le dejaron: pisos puertas pintura o como decía un buen maistro de obras: “nomas terminamos las puras pinches pen… y nos vamos”. Año y medio más para terminar infraestruc-tura edificios transporte vivienda de maestros y quien sabe cuántas cosas más y todavía tener que conseguir fondos suficientes para equipamiento de todas las instalaciones y la mudanza de las escuelas y facultades a su nuevo centro de trabajo; mas lana para cubrir salarios mejorados porque eso de irse a trabajar a un centro de lujo con los salarios anteriores ni de chiste.
El 22 de marzo de 54 el presidente Adolfo Ruíz Cortines se presenta en la sala del Consejo Universitario, Torre de Rectoría, sin ser apedreado como eche otro presi, y da por iniciadas las actividades académicas de la UNAM en CU y a nombre del Estado Mexicano entrega Ciudad Universitaria a la Comunidad Universitaria que por tantos años lucho por conseguirla.
El 4 de marzo de 1954, ciento cincuenta y un años después de Alexander von Humboldt otro ilustre alemán, este si llegó para quedarse, visita el Pedregal de San Ángel ya convertido en un emporio de jardines y escuelas de estudios superiores de excelencia que asombra al mundo en-tero y orgullosamente mexicano. Nada más ni nada menos llega Volkswagen (el Auto del Pue-blo) y como buen escarabajo hace su debut en México en un pedregal. Ni duda cabe, es la joya de La Exposición Industrial Alemana que recibe la anuencia de nuestras autoridades para pre-sentarse en el Campus Universitario en la Facultad de Ingeniería. ¿Qué mejor banderazo de arranque que una muestra del potencial tecnológico e industrial con categoría alemana?
Siempre hay mucho de que platicar, ni las hojas ni el tiempo alcanza, pero no hay porque darlo por terminado. ¿Sale? Y como siempre solo yo tengo la culpa de lo que escribo.
Así de simple, ¿o no?
Eduardo
(Eduardo Gama Barletti)