15 ¡México Novo-hispano!

Escrito por cavilaciones el 27 noviembre, 2010
24 de noviembre de 2010
Todo este año y algunos ya pasados hemos visto, leído y oído mucho sobre el Bicentenario. Hasta la saturación. Sin embargo creo que nos ha movido el tapete. Hemos descubierto que somos mexicanos a partir de la guerra de independencia. Yo diría que desde la Colonia ya somos mexicanos. Y también nos hemos dado cuenta que México ya tenía más de trescientos años de existir como Nueva España. Cuando yo hice la primaria por ahí de los cincuentas en la clase de historia de México nos enseñaron sobre nuestros antepasados indígenas, la llegada de los españoles, la conquista de Tenochtitlán y como consecuencia de todo el imperio azteca y sus súbditos, sabíamos de la existencia de los gobiernos virreinales y de la dependencia de España, hablábamos de los virreyes, los buenos y los malos, conocíamos a los catequistas que llegaron con los conquistadores, estábamos enterados de la preocupación de los reyes españoles por su dominios allende el Atlántico y por sus habitantes indígenas, preocupaciones que se convertían en recomendaciones y leyes que enviaban a sus representantes de por acá, y que esos, los de acá, se hacían los analfabetas o de oídos sordos para no aplicar las ordenes o aprovechándose de las distancias marítimas que los separaban: con el perdón de su Majestad, cuando estas llegaron ya había sucedido, para que les hacemos caso al fin que cuando se enteren ya paso un año, ni se acuerdan, las preocupaciones del grillerío con el que tienen que lidiar en su corte los tiene tan ocupados que ni en cuenta.
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Pero esos trescientos años no pasaron de noche, se quedaron y forjaron una nación grande y poderosa consciente de su capacidad. Comerciando lo mismo con Europa que con China y Japón, con Filipinas, con Centro y Sur América, a fuerza de vela sobre barcos que pudieran ser lo más avanzado de su época pero para mí no pasaban de cascaras de nuez. Esos eran nuestros alcances. Probablemente un país lleno de injusticias de todo tipo sobre todo contra los indios pero aquí se trabajaba y se progresaba.Cuando a mis hijos les tocó ir a la primaria esta historia ya había pasado a la historia por obra y gracia dé no se qué señor de por ahí arriba, no el de color azul cielo, sino alguien o algunos o todos del color tricolor que tan del gusto de nosotros fue por setenta años, por aceptación o por imposición. En la secundaria menos y en prepa ni se mencione, ahí ya se estaban preparando para escalar los puestos que el promisorio futuro de este país, sin pasado que autentificar, les deparaba; la historia para losojones lectores de biblioteca o esos necios que todavía creían en los cuentos de la Malinche y sus entuertos amorosos.
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Si no quieres dudar ponte a buscar, frase de mi sabiaAbuela, y rascando por aquí, escarbando por allá me encontré este artículo de Jaime Rodríguez, investigador e historiador de la UNAM  que no tiene desperdicio por lo conciso e informador. Si les interesa la información completa la encontrarán en el link:  http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc10/10124.html
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Para no seguir elucubrando y evitar colgarse medallas ajenas más vale que acudamos a los que investigan y saben de esto. Aquí les va parte del artículo, disfrútenlo.
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LA CRISIS DE MÉXICO EN EL SIGLO XIX Jaime Rodríguez (DR © 2006. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas)
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La Nueva España estaba conformada por el México actual, América Central, las Filipinas, Cuba, Puerto Rico, Florida, las regiones costeras de Alabama y Mississippi, todas las tierras al oeste de este río, así como también pretensiones en Canadá occidental y Alaska. El corazón del virreinato lo constituía una región aproximadamente como el México actual. Se caracterizaba por un gobierno estable e idóneo, una economía rica y bien distribuida y una sociedad multirracial que disfrutaba de considerable movilidad social. (La movilidad social hace referencia a la facilidad con la que se puede subir o bajar en la escala socioeconómica) Empero, a mediados del siglo XIX, la República Mexicana no sólo había perdido más de la mitad de su territorio, sino que sufría también de extrema inestabilidad política, de severa depresión económica y de conflictos tanto raciales como sociales.
…muchos historiadores erradamente consideran aún la época colonial como un periodo atrasado, feudal y explotador, … El virreinato de Nueva España representaba la estructura política más imponente del hemisferio occidental a fines del siglo XVIII. Las instituciones de Nueva España satisfacían las necesidades locales en forma adecuada. En efecto, una de las características más notables del gobierno colonial era su legitimidad, derivada de la confianza que generaba en todas las clases y razas. Los mexicanos de la época colonial se valían generalmente de los procedimientos legales y administrativos para obtener beneficios del gobierno. Aun los indios confiaban lo suficiente en el sistema legal como para buscar justicia en las Cortes, donde frecuentemente ganaban sus casos ya que los tribunales generalmente reconocían la validez de las costumbres y las leyes nativas. De esta manera, había un acuerdo general en Nueva España que hacía que el gobierno real, al nivel local como el imperial, sirviera al interés público. Este consenso no significaba que todas las disputas eran resueltas en forma pacífica, ya que la violencia irrumpía ocasionalmente. Pero tales erupciones eran poco frecuentes y buscaban sólo remediar ciertas injusticias específicas que en ningún caso pretendían desafiar el orden político, social y económico de la colonia. Este éxito se debía, en gran medida, al hecho de que el gobierno de Nueva España era aconsejado por su elite local, lo que hacía que los mexicanos de la colonia solucionaran generalmente los problemas de su país en forma moderada, racional y práctica.
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La gran riqueza de la colonia contribuyó a la estabilidad gubernamental y al dinamismo de la sociedad mexicana. Nueva España, proveía dos tercios de los ingresos del imperio español. En 1799 éstos alcanzaban 20 millones de pesos, de los cuales 10 millones se gastaban en la administración y la defensa local, cuatro millones subvencionaban otras áreas del virreinato en América Central y del Norte, el Caribe y las Filipinas, y seis millones se remitían a la Real Hacienda en Madrid. Los ingresos aumentaron en la década siguiente promediando 24 millones de pesos al año. En 1806, cuando demanda insólitas fueron impuestas a las colonias de España, México procuró 39 millones de pesos, enviando 19 millones a España para ayudar a financiar las guerras en Europa.
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La economía de Nueva España era fuerte, se encontraba bien distribuida, y en su mayor parte funcionaba en forma independiente de la madre patria. Aunque los metales preciosos presentaban el 84% de todas las exportaciones, la colonia no llegó a ser una simple mono-productora, como algunos defensores de la teoría de la dependencia han sugerido. A pesar de su carácter predominante y dinámico, la minería sólo constituía un segmento menor de la economía colonial En 1800, la minería contribuyó con 27.95 millones de pesos, o el 13% de la producción anual de México, mientras que la industria manufacturera computó 55 millones, o el 25%; la agricultura 138.63 millones, o el 62%. El extenso y variado mercado interno de México consumía el 86% de toda la producción nacional…
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La minería requería inversiones en gran escala. El costo de la mano de obra, maquinaria y abastecimientos necesarios para las operaciones más grandes era enorme. En la década de 1780, por ejemplo, Antonio de Obregón pidió un préstamo a comerciantes locales para volver a trabajar los viejos depósitos mineros del siglo XVI en Guanajuato. Después de gastar más de dos millones de pesos para excavar algunos de los pozos mineros más hondos en el mundo, sus minas produjeron plata valorada en 30.9 millones de pesos desde 1788 hasta 1809. Sólo en el año 1791 sus minas produjeron tanta plata como la que producía todo el virreinato del Perú.
Cuando se considera la magnitud de sumas invertidas en esta empresa, debemos recordar que en 1800 el ingreso per cápita de Inglaterra, la nación más desarrollada del mundo, equivalía a 196 pesos al año.
El impresionante logro de Obregón dependía enteramente de recursos locales. Al estudiar éste y otros empresarios mexicanos del siglo XVIII, uno queda sorprendido
por el alto nivel de formación de capital, la innovación tecnológica, el espíritu empresarial y las habilidades administrativas que poseían los mexicanos.

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Otros aspectos de la vida en regiones vecinas proveen un contraste interesante. En 1800, Estados Unidos poseía una población de 6 millones de personas, mientras que los habitantes de México llegaban a los cuatro millones. Estados Unidos era esencialmente rural, mientras que México, aunque también rural, poseía varias de las ciudades más grandes del continente. Los principales centros urbanos de los Estados Unidos eran: Nueva York con 60 000 habitantes; Filadelfia con 41 000 habitantes, y Boston con 25 000, que no se comparaban con las principales ciudades de la Nueva España : ciudad de México con 150 000 habitantes, Guanajuato con 60 000, Querétaro con 50 000, Puebla con 40 000 y Zacatecas con 30 000. El México colonial también se diferenciaba de los Estados Unidos en su composición racial y en el alto grado de movilidad social que disfrutaban sus habitantes. La mayor parte de la población de los Estados Unidos estaba constituida por europeos, seguidos por negros e indios, los que formaban minorías significativas. Los blancos, sin embargo, dominaban la estructura política y económica del país, limitando la movilidad social sólo a los miembros de su raza. En cambio, el censo de México de 1793 indicaba que había aproximadamente 8 000 europeos, es decir,
personas nacidas en el Viejo Mundo; alrededor de 700 000 criollos, un grupo considerado blanco, pero que en realidad incluía una mayoría de personas de ancestros mezclados que reclamaban el estado de blancos en virtud de su educación y riqueza; cerca de 420 000 mestizos -individuos originados por la mezcla entre el indio y el español-, pero que también incluían indígenas que habían adoptado la cultura europea y que pasaban por mestizos; 360 000 mulatos; 6 000 negros y 2 300 000 indios. El número de indígenas incluye más de un millón que habían adoptado la cultura y los cuales podían en esencia, ser considerados mestizos. Desafortunadamente para el historiador, el censo no enumeraba los asiáticos, lo que hace imposible saber su número exacto. Tal vez 100 000 asiáticos emigraron a México durante el periodo colonial. En 1800 tanto ellos como los numerosos africanos traídos a la colonia pasaron a ser parte de la población racialmente mezclada. De esta manera México, a diferencia de su vecino del norte, tenía una sociedad multirracial integrada a través del mestizaje.
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Factores económicos más que raciales constituían las principales determinantes del status social de México. Mientras que los mexicanos de la colonia consideraban el hecho de ser blancos como una característica positiva, los archivos de Nueva España proveen numerosos ejemplos de gente de color que ascendía en la escala social adquiriendo el status de elite a través del dinero y asumiendo el papel de blancos. Más aún, en el siglo XVIII eran tantos los que postulaban al status de blanco, que, en recompensa por una suma de dinero, su majestad concedió a sus súbditos americanos un certificado de blancura (la Cédula de Gracias al Sacar). Pero en Nueva España era mejor ser rico que blanco; los mestizos y mulatos ricos a menudo empleaban inmigrantes blancos pobres venidos de España como sirvientes.
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El siglo XVIII en México puede describirse como una sociedad rica y capitalista, cuya economía se caracterizaba por la propiedad privada de los medios de producción, por empresarios interesados en las utilidades, una fuerza de trabajo libre y asalariada y por el intercambio de capital, mano de obra, bienes y servicios en un mercado libre. Aunque existían algunas limitaciones en la movilidad de esos factores económicos, mis investigaciones recientes indican que estas restricciones no constituían mayores obstáculos que aquéllos existentes en el siglo XVIII en Inglaterra o los Estados Unidos.
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Como les dije, esto es solo una parte de la investigación, si quieren seguirle ahí está el link.
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Es conseja popular que la historia es del color de cada quien, de como la vives y la escribes, de como la lees y la interpretas y es el caso de éste y de cualquier investigador por muy imparciales que quieran ser. La capacidad de analizar y de discernir es fundamental en el ser humano; es
como el quinto dedo, ese pulgar separado y contrapuesto casado con el cerebro, que nos permitió evolucionar desde las cavernas hasta las urbes catastróficas que estamos creando. Al fin de cuentas informarse es dar respuesta a dudas que surgen de todas esas dudas que se van acumulando al informarse y solamente para terminar lleno de dudas.
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Como podrán entresacar de lo arriba leído la guerra de independencia vino a dar al traste a una nación fuerte y pujante, injusta y desigual, pero susceptible de cambiar, de mejorar, de superarse. Ni para llevar a cabo la guerra de independencia nos pusimos de acuerdo. De acuerdo que nuestra existencia como país necesitaba un movimiento drástico pero existían los elementos necesarios para hacer esa transición en forma pacífica, aprovechar las estructuras sociales y económicas para el lanzamiento de la nación como potencia del mundo entonces existente. Pero no había un plan político, no hubo acuerdos, faltó la inteligencia, aunque fuera mínima, de la condescendencia para lograrlos. Prevalecieron las tradiciones de la autoridad patriarcal y la compleja red de patronazgo de la Colonia dando paso al caudillismo, ese ejercicio del poder personal, autoritario y no institucional que hasta la fecha es tan lamentablemente común en nuestra América hispana. El momento histórico que vivía España solo se uso como pretexto para iniciar una lucha fratricida no para construir una nación independiente y poderosa. ¿Existieron además intereses para impedir que esto sucediera proveniente de los aires del norte? Ve tú a saber.
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México grande te enterramos antes de nacer en un campo de cizaña que lamentablemente aun seguimos cultivando 200 años después en el siglo que promete ser prodigioso para otros…
El texto en cursivas es del original, del resto, ya lo saben, soy responsable de todo.
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Así de simple, ¿o no?
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Eduardo
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(Eduardo Gama Barletti)

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