27 ¡Milagro en el Alcázar del Castillo de Chapultepec!

Escrito por cavilaciones el 9 julio, 2011

8 de julio de 2011

¡Milagro en el Alcázar del Castillo de Chapultepec!

Desde la punta del Cerro del Chapulín el Alcázar y Castillo de Chapultepec ha sido testigo de muchos hechos históricos, por ahí han pasado cadetes, ejércitos mexicanos y extranjeros, emperadores mexicas y Maximiliano, varios presidentes y su corte, esos que se sienten aristócratas (“la socialite de la temporada”), agua y pueblo, mucho pueblo y mucha agua. También fue testigo de los “Acuerdos de Paz de Chapultepec” firmados entre el Gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), el 16 de enero de 1992 , que pusieron fin a doce años de guerra civil en ese país y recientemente, el 24 de junio, testificó otro pacto por la paz: Paz para México. El presidente Felipe Calderón y los integrantes del “Movimiento por la Paz y Justicia con Dignidad” se sentaron en la misma mesa y no para compartir el pan y los alipúses, ¡se sentaron para dialogar! ¡Y dialogaron! ¡Insólito!

En el Alcázar del Castillo de Chapultepec se llevó a cabo esa reunión extraordinaria. Un presidente mexicano acepto confrontarse con un representante de la opinión pública. El Licenciado y Presidente de la República Mexicana representando los intereses del estado, que de hecho son los nuestros, se sentó a la mesa con el Poeta Javier Sicilia y los que están al frente del Movimiento por la Paz y la Justicia después de su periplo desde Cuernavaca hasta Ciudad Juárez en la marcha por la paz. Por un lado madres-padres-hermanos-tíos-parientes-amigos, y todos nosotros, de todos esos muertos inocentes resultado de la guerra contra los narcotraficantes que nuestro gobierno comanda por necesidad contra la maldad que se quiere imponer. Le exigieron al presidente que a nombre del estado pidiera perdón por todas esas víctimas, todo ese daño que los policías y las fuerzas armadas han causado pero olvidaron señalar toda esa saña desatada por los narcos, los zetas y sus sicarios.

La respuesta fue acertada, puntual, directa al meollo: “coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, pero no por haber actuado contra todos los criminales, que están matando a las víctimas. Eso, definitivamente, es un error. En eso, Javier, sí estas equivocado”. “Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales… Si de algo en todo caso me arrepiento, no es de haber enviado Fuerzas Federales a combatir criminales, …de no haber tenido un operativo justo en Cuernavaca que pudo haber atrapado primero a la banda que mató a Francisco (Sicilia)”. El poeta en ningún momento reclamó por la muerte a mansalva de un policía de Monterrey por un tal Piedra, ni por la muerte a machetazos de un sargento de zapadores, ni por las muertes que el tal Marcos ocasionó con su zafarrancho, ni por la patiza que le propinaron los macheteros de Atenco a un Policía Federal, ni por los policías matados por los pobladores de Tláhuac, nadie se ha disculpado por esos actos, ellos gozan de las simpatías de Sicilia y sus aduladores y a los cuates no se les piden cuentas. Me duele mucho lo que está pasando en mi País a nombre de mis hijos y sobre todo por el futuro de mis nietos, comparto con profundo dolor el dolor de todos los que han perdido a seres queridos. Pero estoy totalmente de acuerdo con la guerra que el Presidente Calderón sostiene contra esos malditos carteles de las drogas, porque no estoy de acuerdo en aplazarla como por muchos años otros gobiernos, del PRI, lo hicieron y que redundaron en el poderío que estos señores tienen. Señor Presidente, el camino es largo y el dolor infinito pero más será si seguimos esperando que un milagro resuelva nuestra apatía. Esta caminata por la Paz inicio todo un movimiento de conciencias y algo bueno está pasando en nuestro México, un Presidente se sentó a la mesa para escuchar al pueblo, para entablar un diálogo constructivo. Escuchar para hacerse escuchar. Si antes se hubiera dado, otra cosa hubiera sucedido en el 68.

En tres meses habrá otra reunión, ya veremos el resultado de la siembra de estas semillas. Sicilia y su movimiento, Sicilia como buen poeta está inspirado y le está moviendo el tapete a las conciencias nacionales solo le pido que amplíe sus miras y denuncie también a los criminales. Lástima que en ningún momento de esa primera marcha se hayan mencionado las atrocidades de los narco-capos y ojalá que ahora si lo hagan, omitirlo es disculparlos.

Como leyeron atrás México, la ciudad de México-Tenochtitlan también, ha girado por años alrededor del cerro del Chapulín y hasta la fecha el Bosque de Chapultepec que le rodea sigue siendo un centro de entretenimiento para muchos de los pobladores de esta Capital y de los que nos visitan. Es el parque urbano más grande América Latina. Son 800 hectáreas de bosque, una parte ya existía cuando llegaron los mexicas, la ampliaron y mejoraron, tenían que ponerle la firma. El parque encuentra junto con el residencial Las Lomas en el arranque de la Sierra del Monte de las Cruces. Ya hay planes de anexarle otras 100 hectáreas, la neta que no sé de donde las van a sacar en esa zona tan poblada, pero ya saben que nuestros gobiernos son hábiles con la chistera del mago. Chapultepec, su origen náhuatl no es dudarse: Chapulli (chapulín, grillo o langosta) y Tepetl (cerro) son las dos palabras que dan nombre a “Chapoltepec”. En esa pendiente hacia la Sierra del Monte de las Cruces de terrenos de escasos nutrientes y subsuelos arenosos, donde se han encontrado vestigios de actividad humana de más de tres mil años, pobres para la agricultura, se asientan los mexicas (¿1280-1300?) con la anuencia del ladino señor de Azcapotzalco (no se de quien se trata). Se los cede a los mexicas a cambio del vasallaje, pasa por alto la pequeña gran ventaja de que tenga esplendidos manantiales de agua dulce o de plano la regó. Dos aldeas, una cerca de Tacubaya y otra ahí por la actual Puerta de los Leones, son los asentamientos que precedieron a la fundación de México-Tenochtitlan. Se dice que en 1325, año de eclipse lunar, los mexicas le echan el ojo al paupérrimo islote nopalero que en el lago de Texcoco Azcapotzalco tiene en el abandono. Y todo porque el Águila se posó en el Nopal. También se dice que la ciudad gemela, Tlatelolco, se funda en 1338, 13 años después. Pero aquí cabe un pero, en 2007 en una excavación arqueológica en Tlatelolco encontraron vestigios del siglo entre XI y XII.

¿Y a quien le dan pan que llore? A partir de ese islote estos pelados en menos de 200 años construyeron la hermosa ciudad de Tenochtitlan-México (equiparable a cualquiera que conocieran los hispanos en el Viejo Mundo, y que los apantalló, los dejó boquiabiertos y babeantes) y se convirtieron en el pueblo más poderoso de Mesoamérica. Sus territorios iban de todo el Altiplano Central mexicano, desde el Golfo al Pacífico y del mero norte hasta Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua Costa Rica pasando por Oaxaca y Yucatán incluyendo el valle de Tehuacán de donde proceden los restos más antiguos de cultivo del maíz y de algunas muestras de cerámica.

Los mexicas se hacen cargo del Cerro de Chapultepec donde se encuentra la inestimable fuente de agua dulce con la que abastecen, construyendo un acueducto, su nueva casa en el islote y que rodeado con esas extraordinarias chinampas de su creación va que vuela para gran ciudad. Y nada tarugos, convierten el bosque de alrededor en zona protegida y con los años la enriquecen plantando árboles y vegetación proveniente de todo su imperio. Moctezuma Ilhuicamina reinó de 1440 a 1468, manda plantar varios ahuehuetes en las cercanías de los manantiales que brotaban del cerro de Chapultepec de los cuales todavía se salvan algunos. Ahí está la poza que conocemos como el Baño de Moctezuma cerca del único manantial que aun existe en las faldas del cerro. En la cima construyeron un adoratorio del cual poco se sabe pero se sabe de él por esas rocas en la falda esculpidas con figuras de varios gobernantes mexicas, entre ellas las del mismo Moctezuma Ilhuicamina y Tlacaélel. Nezahualcóyotl, Tlatoani de Texcoco, al cual le fue permitido vivir en el Bosque, dirigió y pagó por ellas. Durante le reconstrucción de la conquistada y destruida ciudad de Tenochtitlan-México el templo de la punta del cerro se reemplaza por una pequeña capilla dedicada al arcángel San Miguel, de aquí el nombre de la actual colonia aledaña al Bosque. En 1530 el Ayuntamiento de México recibe la orden de la Corona Española, léase Carlos V, de hacerse cargo de lo que ahora es la primera sección del Bosque de Chapultepec poniéndolo al cuidado de los guardabosques de la policía. Aparentemente bardeado, con una pequeña casa para los cuidadores y el Molino Del Salvador (Molino del Rey) que aprovechaba las caídas del agua que bajaba de la Sierra de las Cruces para la producción de harina.

Los acueductos que apagaban la eterna sed de esa ciudad nacían aquí o pasaban por aquí como los que venían de las barrancas de Santa Fe y de Cuajimalpa. La construcción de estos a mediados del 1600 da lugar a que los bosques de Chapultepec se empiecen a usar como lugar de esparcimiento de la raza novohispana pero siempre vigilados por los guardabosques que velaban por la pureza de las aguas de los manantiales, no fuera a ser que… La punta del cerro era muy atractiva para los gobiernos en turno y no podía faltar la obra con su firma. En está ocasión a la capilla le toca el souvenir: una horrible casamata y un mísero cuartel que también servía como casa de campo de los virreyes y hasta de fábrica de pólvora y como les pasa a todos nuestros “cueteros” (coheteros) la infalible explosión no podía faltar y no faltó. El feriado popular tampoco podía abstenerse y hacen acto de presencia las populares corridas de toros, y hasta de bisontes traídos de Chihuahua, en cualquier prado con un redondel improvisado. Para festejar cualquier pretexto era bueno, que un nuevo virrey, ¡fiesta! el nacimiento del heredero real allá en España, ¡pachanga! que recaudar fondos para obras públicas ¡luto, pero festivo! ¿A poco no nos sale requetebién?

El Virrey Bernardo de Gálvez y Madrid (nace en 1746 en Macharaviaya, Málaga; la infaltable preposición denota ascendencia de nobleza, rancia y apestosa nobleza española, pero nobleza que presumir y la conjunción sirve para elevar al cuadrado la calidad de sangre, lean para darse un quemón: vizconde de Galveston y conde de Gálvez, y todo este ruido solo para terminar en un hoyo en Tacubaya en 1786, sin pena ni gloria) construye en 1785 para su goce y beneplácito unas habitaciones dignas de su calidad de Virrey con las fortificaciones acordes a la residencia casi real y se llevan de corbata la capilla de San Miguel y de paso los labrados mexicas de abajo en la falda. El responsable del proyecto y de la obra fue el teniente coronel del Ejército Español Francisco Bambitelli, encargo que dejó inconcluso en manos del capitán Manuel Agustín Mascaró quien aceleró la obra de estilo barroco, pero la rumorología lo cubre con negros nubarrones: lo acusan de construir una fortaleza para hacerse del poder virreinal; el 8 de noviembre de 1786 muere misteriosamente ¿envenenado? ¡¿Pos no vaya a ser verda!? Pero los rumores del golpe de estado apabullaron al Virrey y parece que él sí tiraba para Rey de la Nueva España independiente de la corona. San Miguel, ese pueblito que está allí al ladito por aquello que ofendiera la vista real desde la cima, al mejor estilo Uruchurtu, desparece del paisaje. Tanta faramalla solo para dejar todo en el abandono en manos de los saqueadores y de vez en cuando cuartel militar, probablemente los principales saqueadores. Hasta Alexander von Humboldt lo visita en 1803 y sugirió se vendiera la ventaneria para beneficio del Ayuntamiento. En 1806 la mano salvadora del Ayuntamiento de México adquiere los derechos de la cima, las construcciones, de todo el cerro y seguramente de todo el bosque. ¿A quién le pagaron esos derechos por algo que de hecho era propiedad del ayuntamiento? ¡Posquensabe!

De 1810 a 1821 el castillo es abandonado, la Guerra de Independencia no daba para más; en 1833 se adapta para Colegio Militar, se le agrega la torre de vigilancia y hasta 1843 empieza a funcionar como tal. Los grupos militares acantonados ahí vigilaban y protegían los manantiales. En la guerra de ocupación del 47 el batallón norteamericano Activo de San Blas se apodera del colegio derrotando a los cadetes supuestamente después de una serie de batallas heroicas.

El Segundo Imperio Mexicano, Maximiliano y Carlota (apenas unos mocosos de 30 y 23 años acorralados en la cueva de la manada de lobos marrulleros y hambrientos que era nuestro país), le da la fisonomía que actualmente conocemos del Castillo de Chapultepec. Se le aumentan las habitaciones reales, El Alcázar, dignas del Emperador y la Emperatriz de México. En 1864 el Emperador encarga el proyecto y la obra para hacer habitable la punta del cerro a un montón de arquitectos: austriacos, franceses, belgas y hasta mexicanos (Eleuterio Méndez y Ramón Rodríguez). Viento en popa se recorta el cerro para construir la rampa de acceso y se conecta el Alcázar-Castillo con el Paseo del Emperador que atraviesa la hacienda La Teja, comprada para ese propósito, y se llega al Caballito con los primeros 3460 metros del actual Paseo de La Reforma. Al mismo tiempo llegaban de Europa los encargos de la Emperatriz Carlota: muebles, pianos, tibores, vajillas de porcelana y de plata Christofle, óleos con los retratos de la pareja imperial, tapices, relojes de mesa, mantelería, cristalería de Baccarat, puf: todo lo necesario para hacer del Alcázar un verdadero palacio. El Castillo se convierte en el cuartel de los Guardias Imperiales (Corps) y Colegio Imperial Militar. Como anécdota campirana también se inaugura el tren de mulitas que va de Chapultepec y Tacubaya hasta San Ángel. Todos los esfuerzos para construir un imperio acorde con el Alcázar y sus inquilinos se vinieron abajo y diez años después de restaurada la República se funda ahí, para funcionar solo por cinco años, el Observatorio Astronómico de México. Todos estos años el Bosque sufre el desprecio de todos hasta que llega al poder el Gral. Porfirio Díaz. Muda la residencia oficial al Alcázar y el telégrafo lo mantiene en contacto con sus oficinas en el Palacio Nacional, después llegó el teléfono. El Colegio Militar sigue ocupando el Castillo. Los muros limítrofes son tirados y se rodea el recinto con “las rejas de Chapultepec son verdes, son verdes nomas para uste”. En 1890 con país en pleno desarrollo, una economía boyante el Secretario de Hacienda José Yves Limantour se lanza por la libre para convertir los páramos rescatados de los invasores, desde juan-pueblo hasta terratenientes, ahora les decimos paracaidistas, en unos jardines dignos de la Residencia Presidencial. Se mejoran los caminos para facilitar la vigilancia y el movimiento de tropas y hasta se construye el Restaurant Chapultepec, donde ahora está el Museo de Arte Moderno, para acercar la vida campirana al Sr. Presidente y la Alta Sociedad que lo rodea. En 1908 se construye y se concesiona la Casa del Lago para sede del “Club del Automóvil” donde se realizan las más fastuosas y rimbombantes fiestas de la aristocracia porfiriana. Nuevamente una guerra 1911 a 1921 tuerce los usos del Alcázar y Castillo de Chapultepec.

En 1916 se cumple la orden del Gobierno Federal de desalojo del Club del Automóvil de la Casa del Lago y en 1923 instala ahí sus oficinas la Administración General del Bosque de Chapultepec. En 1919 se compra la Hacienda de la Hormiga. A partir de 1920 el Alcázar retoma su razón de existir, la dinastía sonorense (De la Huerta, Obregón y Calles) toma posesión de la residencia y la convierte en Casa Presidencial y al Bosque como su paseo particular. Los años 30’ corren y los gobiernos del maximato (al jefe “máximo de la revolución” Plutarco Elías Calles le suceden tres disque presidentes: Emilio Portes Gil-Pascual Ortiz Runbio-Abelardo L. Rodriguez. En el 34 llega Lázaro Cárdenas, se pone listo y lo corre del país en 1936) dan para chismear: “aquí vive el presidente el que manda vive enfrente, ahí en la Hormiga”.

Siendo militar el Presidente en turno, en este rancho se preparan las instalaciones para el Estado Mayor Presidencial, espacios para actividades ecuestres y campos de entrenamiento, y el Campo Marte, sede de juegos de polo y paradas militares y el Casino Militar para jolgorio de los militares de grado. En 1939 la ex Hacienda de la Hormiga se divide en dos: la residencia Oficial de los Pinos y el Estado mayor Presidencial. Ese mismo año el presidente Lázaro Cárdenas también expide la ley orgánica del INAH (Instiyuto Nacional de Antropología e Historia) y en el Castillo de Chapultepec se instala el Museo Nacional de Historia.

Historia hemos hecho, y mucha; y mucha la que nos falta por hacer. Nosotros los comunes y corrientes hagamos alarde de todo esto, hará que nos sintamos bien y orgullosos.

Así de simple, ¿o no?

Eduardo

(Eduardo Gama Barletti)

 

 

 

2 Comentarios para “27 ¡Milagro en el Alcázar del Castillo de Chapultepec!”

  1. Luis Alfonso

    Consideraciones por recordar para la próxima visita al sitio.

  2. Carolina Flores Shinshillas

    Ya hacian falta sus cavilaciones y desvarios. Beso suegro.

Deja un Comentario