(40) ¡Kaan Peech: Viaje para no olvidar!
Escrito por cavilaciones el 28 noviembre, 201227 de noviembre de 2012
¡Kaan Peech: Viaje para no olvidar!
Este mes de noviembre estábamos en el aeropuerto a las cinco de la madrugada para salir a las siete hacia Campeche (Kaan Peech, “serpiente con garrapatas”). Seguirían tres días despampanantes conociendo algo del estado campechano que presume ser el de más baja criminalidad en el país.
Al cuarto para las ocho nos avisaron que en diez minutos el avionzote (Boeing727-300) de 300 pasajeros casi al tope se enfilaría hacia nuestro destino final. Hora y veinte minutos más tarde aterrizábamos en territorio campechano. Tanto desvelo, desde las cuatro de la madrugada ya estábamos en friega, para terminar el viacrucis cinco horas y media después de un mugroso vuelo de ochenta minutos; me cae que algo debe hacerse para simplificar el tomar un avión para los destinos nacionales. En viajes a Europa te toma cuatro horas desplazarte desde tu casa hasta el avión.
El plan era conocer tres sitios arqueológicos mayas (Edzná, Balamkú y Calakmul). Presumo de conocer varios. Copán en Honduras, Tikal en Guatemala, Tulúm y Kobá (Cobá) en Quintana Roo. En Yucatán, entre otros, Uxmal y Chichen Itzá. Y que podemos decir de ese lugar atrapador que es Palenque y Bonampak y allá en el mero fondo del sureste chiapaneco encontramos Yaxchilán junto al río Usumacinta y frontera con Guatemala. Pero me faltaba Campeche a donde arrastramos, mi fiel pareja (el peyote de todas mis alucinaciones) y yo a los Cuates y Cuatas de toda la vida, y también fieles compañeros de muchas andanzas, a un viaje de pasmo. Estos Cuates y Cuatas que no dudan en sumarse a mis locas andanzas, de San Petersburgo hasta Abu Simbel, de Estambul y su Santa Sofía hasta Cuzco y Machu Pichu. Pasar por La Sagrada Familia y Barcelona sin dejar de visitar las obras de Gaudí y El Palau de la Música Catalana. Y que tal cuando nos sumamos en Santiago de Compostela, claro que fue en los últimos 500 metros, a todos esos orgullosos peregrinos llenos de fervor, ¡y de ácidos humores corporales!, que con esa caminata de cuando menos 100 kilómetros, se hacen merecedores al diploma que da fe de su hazaña y al emblema de la Concha que lucen en la solapa de su sombrero o en el pecho a la altura del corazón, verlos y sentirlos es estremecedor. Los cien kilómetros, los “fan” pueden elegir rutas más largas, eres libre de caminarlos en el tiempo que tu cuerpo aguante. O el cruce de los lagos en los Andes desde Puerto Montt hasta Bariloche terminando en Buenos Aires y como premio las increíbles cataratas de Iguazú. Total ya llegué al fin del mundo y no he terminado de contarles lo de aquí.
Ese miércoles llegamos y salimos del hotel de volada para nuestra primera excursión. Levantados desde las 3:30 de la madrugada los seis cuates que hacíamos el grupo moríamos de hambre, Vivaaerobús (línea aérea como de segunda clase) no te da ni las gracias. Alfredo, el excelente guía campechano que nos atendió, cambio el plan e hicimos nuestra primera visita a Uayamón una ex hacienda henequenera convertida en hotel boutique, presumen más de cinco estrellas, para que desayunáramos. Buen servicio pero a ritmo yucateco, lo digo por mis anteriores experiencias en Yucatán, lento y tardado pero seguro al grado que de ser desayuno pasó a almuerzo de medio día y casi comida: por fin llegaron los sagrados alimentos y finalmente la cuenta que resultó descomunal, igual sí hubiéramos comido en cualquier buen restaurante con todo y vino. De aquí a Edzná (Casa de los Gestos). Un pequeño pero extraordinario sitio arqueológico. Ya lo saben: su enorme cuadrángulo (La Gran Acrópolis) rodeada por 12 edificios de diferentes alturas. El principal es de cinco pisos con puertas que denotan la existencia de cuartos (¿viviendas de la elite? Pudiera ser). Doce puertas en la planta baja, y seis en la segunda, en el siguiente piso cuatro; en el cuarto piso son dos puertas amplias divididas con una columna y en el penthouse (¿del mero mero?) un recinto con tres puertas y el remate como penacho que se ve en muchos sitios mayas. Y una escalinata monumental al centro con descansos en cada piso, seguro para llegar a las habitaciones que hay en cada lado. Alrededor de las cinco pm ya estábamos en el hotel y preparándonos para ir a comer al Marganso, mar de mariscos y Ganso por el apellido del dueño, lugar que nos recomendaron por su comida campechana; se quedaron cortos en sus alabanzas.
El segundo día salimos a las 5 de la mañana rumbo al suroeste de Campeche, previa parada en Escárcega en una fonda de carretera para desayunar con platillos más campechanos que los de Uayamón, y a mitad de precio. De aquí en adelante se empieza a ver selva. Una hora más tarde adentrándonos 30 km llegamos a Balamkú. Balamkú es un sitio arqueológico poco explorado de hecho son unas cuantas pirámides rodeadas de un sinnúmero de montículos que por su forma adivinas que por ahí hay más edificios. Lo extraordinario es que una de esas pirámides esconde bajo su fachada unos frisos magníficos (550 a 650 d. C.) que dicen mucho de la vida de sus creadores. Estos están en su lugar original, ahí donde fueron descubiertos, dentro de un recinto de más o menos quince metros de largo por unos diez de alto. La pared que los protege sube en forma escalonada cerrándose hasta formar el techo, como si estuvieras en el interior de la pirámide y de hecho es así pues el INAH para proteger los frisos de la intemperie y de las visitas depredadoras (para entrar a este recinto pides permiso y te asignan un vigilante con las llaves del portón) reconstruyeron la fachada de la pirámide. Viéndola desde afuera se trata de una más de las pirámides del sitio, igualita a sus gemelas de al lado, no te lo puedes creer cuando entras y te embobas con los frisos. Sorpresa mayúscula pues no sabes adónde vas; hasta que estas en el interior te cae el veinte.
Calakmul, nuestro siguiente destino, está a una hora de distancia con 60 kilómetros de recorrido por un camino pavimentado de un solo carril atravesando la selva tropical que ahí es zona protegida: Reserva de la Biosfera de Calakmul, segunda en tamaño después de la selva del Amazonas. Personajes del entorno verde, por donde lo veas (como ya les dije es el segundo pulmón de América), cruzan el camino y se aceleran en cuanto oyen el ruido del motor (pavo ocelado y ocofaisan, en lo alto muchos pájaros, dicen que son 300 especies, y uno que otro tucán). En ningún momento se nos cumplió el deseo de ver un ocelote o tigrillo o jaguar. Lo que sí vimos fue monos saraguato agrupados por familia, los adultos y sus pequeños haciendo malabares allá arriba, en el follaje, a 20 o 30 metros de altura. También unos monos araña rompían ramas que dejaban caer marcándonos su territorio. Los monos aulladores hicieron mutis. Ya caminando por el sitio parvadas de pavos ocelados se aparecían a tiro de piedra. Vida por todos lados en este mundo deslumbrante y húmedo y verde y caluroso que hace tres mil años los mayas decidieron hacer suyo, los entiendo y los admiro.
Calakmul (Dos montículos adyacentes) es Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2002 cuando la UNESCO lo honró con el nombramiento. Se trata de un Sitio Arqueológico de 70 km2 de superficie donde se han identificado mas 6700 edificios. La Gran Acrópolis, centro de esta enorme ciudad, tiene 25 km2, también enorme. A su alrededor se agrupan los consabidos edificios y la pirámide principal, la más alta de toda esta zona; a 200 metros de su espalda tiene una gemela . Probablemente de aquí le venga el nombre: dos montículos adyacentes. A la explanada central solo le han quitado algunos árboles, sobre todo junto a los edificios. Uno que otro árbol sigue tercamente asentado sobre los edificios ya rescatados y con sus raíces atravesando el talud-tablero, supongo que quitarlos implica el riesgo de dañar la estructura. La pirámide tiene en su primer nivel una escalinata a todo lo largo del frente, escalones de 50 cm de alto y 50 de base, parecería que fueron tribunas. Al centro la amplia escalinata para llegar hasta un nivel en el cual rodeando las muros de lo que parecen ser viviendas reales encuentras atrás otras escaleras para llegar a la cúspide de una pequeña pirámide que remata los 45 metros de altura (la gemela de atrás es un poco más chaparra). Pero subir por la escalera central está prohibido por peligroso; puedes subir por dos escaleras paralelas a esta escalinata monumental. Están construidas a los costados de la pirámide pero igual: con escalones tipo tribuna. Valió la pena el reto y el enorme esfuerzo que representó escalarla y que no nos alcanzó para subir la otra. Las terrazas altas están sobre las copas de la tupida selva tropical, para donde voltees es selva verde, ese verde vivo contrastando con el azul del cielo.
A las nueve de la noche después de caminar un titi de kilómetros por las selvas y los sitios y de pasar cinco horas más en la carretera (en total completamos 850 km) llegamos al hotel en calidad de fardos agradeciendo la paciencia y profesionalismo de nuestro guía Juan Manuel. Después de un día como este una botella de tequila Herradura Antiguo, algo de botana, para relajarnos y expresar nuestros sentires y asombros y a dormir pues al día siguiente nos esperaba la visita citadina.
El viernes planchamos la ciudad amurallada de cabo a rabo; de 2.4 kilómetros de muralla quedan mas o menos 1.7 km además de 5 baluartes de los 6 originales. Por la excelente conservación de la muralla y el sabor multicolor de antaño de sus edificios y casas en el Centro Histórico de cuadrícula urbana perfecta (trazo original seguramente de su fundador Francisco de Montejo) le dio la UNESCO el 22 de marzo de 1999 el merecido título de Patrimonio de la Humanidad. El gobierno estatal y el municipal van a levantar casi la totalidad de lo que falta de la muralla menos la parte donde se instaló una escuela, menuda bronca se van a echar encima con los vecinos que si son como los bloqueadores-amlistas o los macheteros de Atenco que se olviden de su empeño reconstructor.
El sabor de Campeche y de su Capital tiene historia ricamente aderezada por los mayas, los españoles y los piratas. Los españoles al mando de Francisco Hernández de Córdoba llegan a la costa de Campeche el 22 de marzo de 1517 y se apoderan de Kaan Peech (Can Pech que hoy suena Campeche), capital provincial maya y le cambia el nombre por Lázaro. Veintitrés años mas tarde el 4 de octubre de1540 Francisco de Montejo, el Mozo, fundó aquí mismo la Villa de San Francisco de Campeche. Desde esta base se lanzan a la conquista del Mundo Maya. Carrera de resistencia que termina 157 años más tarde, 1697, con la toma de Tayasal, allá en el Petén guatemalteco.
Desde 1559 Campeche fue una ciudad acosada por los piratas por más de doscientos años. Los románticos piratas de pata de palo y acciones dantescas para controlar los mares y sus aledaños y a todos aquellos que se atrevieran a cruzar por donde ellos merodeaban son un invento hollywoodense. Se trata de grupos bien organizados con amplia experiencia en el mar y con facilidad para desplazarse y morir sin parientes que los extrañen. Francia e Inglaterra los apoyaban cobrándose así la afrenta papal que le otorgaba a España el dominio y la explotación de todas las tierras allende el mar. Alegaban ellos que también tenían derecho a una parte del botín americano.
En julio de 1675 Pie de Palo y Diego el Mulato les tunden duro a los campechanos. Pero lo más grave no tardó en llegar. El francés Laurent de Graff conocido por su nombre de bandolero: Lorencillo el holandés, excelente navegante y parece ser que muy buen comandante especializado en ataques nocturnos. Al mando de un grupo, algunos dicen que 2mil otros que 10mil hombres, con disciplina militar y en absoluto silencio llegó en la madrugada del 6 de julio de 1685 y se apoderó de la Catedral. Al son de las campanas se arremolinan todos los habitantes pensando que se trataba de un aviso de un posible ataque pirata solo para encontrar a los piratas al mando de la ciudad. Los encierran a todos en el recinto catedralicio y se dedican al pillaje, desde oro, joyas y maderas preciosas, todos los trapos y telas hasta los barandales de las ventanas. Barrieron parejo y dejaron la casa limpia. Nada de valor se les escapó.
Ese mismo año la corona virreinal espantada recibió la noticia, las protestas y la solicitud de los campechanos: se decide amurallar la ciudad al mejor estilo español de defensa de la época. Se construye un polígono de seis lados con baluartes (pequeños fuertes) en cada esquina y cuatro puertas de comunicación con el exterior, la Puerta de Mar, a orillas del Golfo de México, y en línea recta hasta el otro lado de la ciudad se conecta con la Puerta de Tierra y dos más laterales.. Las obras duran de enero de 1686 a 1704. El recinto amurallado es de 80 hectáreas y donde aún existe la ciudad de Campeche.
Después de todo este aderezado rollo histórico merecemos otro aderezo. Y qué creen: a las tres de la tarde terminamos en el “Salón Rincón Tradicional”, una cantina a todo dar igual que Adolfo Calderón, el dueño. Brindar después de un caluroso recorrido con cervezas bien frías es un festín y súmenle un buen de botanas cortesía de Adolfo además de ensaladas rebosando camarones del día, seguro los vimos en la mañana cuando visitamos el mercado, todo un banquete, ¡salud! Alfredo, Juan Manuel y Pepe el operador se sumaron al festejo. Rematamos en la tarde con otra caminata por las calles muy bien iluminadas hasta la plaza central. Catedral por un costado y por los otros: casas particulares, algunas antiguas reconstruidas, las nuevas imitaron a las viejas dándole un aspecto totalmente de la época de la Colonia. Un restaurant bar, Casa Vieja, en el balcón de uno de los dignos edificios nuevos y arcados con vista hacia la plaza central bellamente jardineada y su enorme quiosco. El Zócalo, Catedral, las Casonas iluminadas con gusto y profusamente fueron el espectáculo adecuado para decir adiós al fraternoCampeche. Sería bueno que Mancera, próximo gober del DeFe se diera una vuelta y después cancele todos esos actos populistas de sus contlaplaches perredistas y le devuelva la dignidad a nuestro Zócalo que es una ventana abierta a todo el mundo.
Todo esto es producto de rascar por aquí y por allá y probablemente este lleno de mis percepciones personales producto de mi flaca y calenturienta memoria. De cualquier manera métanle tijera y que lo disfruten, se reciben sugerencias.
Y porque no: ¡me ayudaran!
Eduardo
Eduardo Gama Barletti
Un reconocimiento muy especial para: Alfredo González y su equipo Kankai ‘Oc (“y tus pies caminarán para que tus ojos se maravillen”)

